Somos un puñado de reacciones químicas cuya propiedad es creerse una unidad

Somos un puñado de reacciones químicas cuya propiedad es creerse una unidad
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Somos un conjunto de procesos que se cree que es una unidad englobada o mantenida unida por una suerte de Yo. Pero no es así. Por mucho que usemos un microscopio electrónico de barrido, un espectrómetro de masas, un difractor de rayos X o una microsonda electrónica no hallaremos nada que pueda identificarse como Yo.

El Yo es solo un constructo filosófico para dar sentido y coherencia a la ilusión cognitiva de que somos individuos dotados de libertad y autonomía.

La ilusión cognitiva del Yo

Usamos el Yo como antaño se usaba el flogisto, ésa sustancia imaginaria, para explicar la combustión de la leña. O el éter inexistente para llenar el espacio vacío.

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Funcionamos a base de millones de reacciones bioquímicas delicadas y coordinadas entre sí, y lo que loamos razón es, como describe Edward O. Wilson en Consilience: “oleadas de emociones encontradas, cuya influencia recíproca se resuelve mediante una interacción de factores hereditarios y ambientales.”

Más que entidades físicas individuales, pues, parecemos remolinos energéticos que atrapan cosas de su alrededor y las integran en nuestro cuerpo, estableciendo una línea divisoria arbitraria entre el nosotros y los demás.

El cuerpo de un bebé de cuatro kilogramos contiene unos 400.000.000.000.000.000.000.000.000 átomos en su cuerpo. Pero tarde o temprano, en un plazo máximo de 650.000 horas, los átomos se dispersarán silenciosamente y se dedicarán a ser otras cosas del mundo.

Sigue Wilson:

Existen alrededor de 100.000 tipos de proteínas en un animal vertebrado. Si los ácidos nucleicos son los códigos, las proteínas son la sustancia de la vida, y suponen la mitad del peso seco del animal. Dan forma al cuerpo, lo mantienen unido mediante tendones de colágeno, lo hacen moverse mediante músculos, catolizan todas las reacciones químicas que lo animan, transportan oxígeno a todas sus partes, arman el sistema inmune y transportan las señales mediante las cuales el cerebro escruta el ambiente y media en el comportamiento.

Si Scotty nos teletransportara desde la Enterprise, pero no se eliminara el original, seríamos dos, ¿y ninguno sería el original? Los dos pensaríamos, sentirían lo mismo, porque serían el mismo objeto, el mismo mueble de cocina constituido de un tipo de materia que se cree vivo y especial.

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