Este post va especialmente dirigido a los que os dedicáis a la hostelería, aunque podría extrapolarse a muchas otras profesiones: no importa tanto vuestra profesionalidad, vuestra eficiencia o la calidad de la comida… a veces lo más importante es la risa.
Al menos si hacemos caso de un estudio de 2002 publicado en Journal of Applied Social Psychology sobre los efectos de las bromas en las propinas de los bares y restaurantes franceses.
Sólo los estadounidenses dejen alrededor de 26 billones de dólares de propinas en restaurantes, cada año. Pero los comensales felices dejan más propinas. Como sugiere el estudio que os he mencionado, en el que el camarero debía entregar a los clientes una pequeña tarjeta con la cuenta.
La mitad de las tarjetas contenían un anuncio de un club nocturno local, mientras que el resto contenían el siguiente chiste:
Un esquimal estuvo esperando a su novia frente a un cine durante un tiempo prolongado, y cada vez hacía más frío. Después de un tiempo, temblando de frío y furioso, abrió su chaqueta y extrajo un termómetro. Luego dijo en voz alta: “¡Si no llega en siete grados, me voy!.
Los que recibieron el chiste, dejaron más propina.
Los investigadores han comprobado una y otra vez esta relación entre la alegría y la propina. Los camareros reciben mejores propinas cuando muestran rostros felices, o escriben “muchas gracias” al pie de la cuenta, o les brindan una amplia sonrisa a los clientes. La gente deja más propina cuando brilla el sol, y aun cuando el camarero les dice que el sol brilla. Otros estudios han demostrado que las propinas aumentan drásticamente cuando los camareros se presentan usando su nombre de pila o se dirigen a los clientes por su nombre.
Vía | Rarología de Richard Wiseman
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