Si ahora se produjeran 100 explosiones como las de Hiroshima, las cinco toneladas de ceniza que cubrirían la atmósfera harían descender hasta 2ºC las temperaturas globales, y las lluvias se reducirían hasta un 10% en los siguientes cinco años. Literalmente, el mundo sería un lugar más oscuro, y no habría verano.
Es algo que ya hemos podido experimentar en años como 1816, debido a la erupción del poderoso volcán Tambora. Con todo, el efecto contrario también es posible: es decir, mas calor y más luz. Es algo que sucedió inesperadamente el 12 de septiembre de 2001. ¿Por qué?
Aerosoles
Tras los atentados del 11 de septiembre, el 12 de septiembre de 2001 ningún avión sobrevoló Estados Unidos. Era algo que no sucedía desde el desarrollo de la industria aeronáutica. Y ello provocó que la temperatura media del país se incrementara ligeramente, tal y como explica Manuel Lozano Leyva en su libro El fin de la ciencia:
Los miles de aviones que sobrevuelan diariamente el territorio norteamericano no sólo expelen vapor de agua y dióxido de carbono por sus turbinas, sino otros elementos y compuestos que aumentan lo que se suele llamar aerosoles.
Estos gases contribuyen al efecto invernadero, es decir, evita que el calor de la superficie de la Tierra escape al exterior. Los aerosoles también provocan un oscurecimiento ligero en la atmósfera, lo que supone que llega menos radiación del Sol a la Tierra.
Por tanto, el día en que en Estados Unidos no hubo aviones, fue más luminoso por la falta del aporte diario de aerosoles, lo que hizo que la temperatura aumentara:
O sea, que si desaparece la contaminación, puede que la temperatura aumente más de lo esperado. En un lío, pero la conclusión por ahora es que no hay alternativa a la propulsión de los aviones que no sea a base de combustibles extraídos del petróleo o biocombustibles.
Otros efectos sutiles
Otro efecto secundario muy sutil que tuvo el atentado del 11 de septiembre es que, los meses siguientes, mucha gente dejó de tomar el avión por miedo a otro atentado. Los trayectos se realizaron mayormente en coche. Y como el riesgo de morir en un accidente es mucho mayor en un coche que en un avión, aumentó la siniestralidad de todo el país. Tal y como señala Nicholas Taleb Tassim en El cisne negro:
El grupo de Bin Laden acabó con la vida de unas dos mil quinientas personas en las Torres Gemelas del World Trade Center. Sus familias contaron con el apoyo de todo tipo de entidades y organizaciones benéficas, como debía ser. Pero, según dicen los investigadores, durante los tres meses que restaban de aquel año, unas mil personas fueron víctimas silenciosas de los terroristas. ¿Cómo? Quienes tenían miedo al avión y se pasaron al coche corrieron un riesgo mayor de muerte. Se ha demostrado que durante aquellos meses aumentaron los accidentes automovilísticos; la carretera es considerablemente más letal que el espacio. Estas familias no recibieron ayuda; ni siquiera sabían que sus seres queridos también fueron víctimas de Bin Laden.
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