Los hornos microondas son un hallazgo que surgió del invento del radar en 1940. En 1945, Percy Spencer, un ingeniero estadounidense que trabajaba en una empresa de sistemas de defensa, Raytheon, estaba construyendo un magnetrón (el dispositivo en el centro del radar que transforma la electricidad en microondas), cuando advirtió que una barra de chocolate que llevaba en el bolsillo se había derretido por completo.
Lo primero que cocinó Spencer en su primer experimento con una caja metálica fueron palomitas de maíz. Lo segundo, un huevo, que explotó.
Los hornos microondas no cocinan la comida directamente, sino que calientan el agua, porque la frecuencia de las microondas es la precisa para excitar sus moléculas. Es esta agua caliente lo que en realidad cuece la comida.
Casi toda la comida contiene agua, pero los microondas no pueden cocinar directamente comida seca como la pasta, el arroz o los cereales.
Además, a pesar de lo que se cree, no se cocina de dentro hacia fuera, sino justo al revés. Si el alimento posee la misma consistencia en tu totalidad, el agua más próxima a la superficie absorberá la mayor parte de la energía. Es decir, que cocinar con un horno microondas se parece, en este sentido, a cocinar con un horno convencional, excepto porque las microondas penetran antes y en mayor profundidad.
Entonces ¿por qué parece que muchas veces el interior del alimento se cocina antes que el exterior? Por ejemplo, ocurre con las patatas asadas o los pasteles de manzana. La razón es que son más secos en el exterior que en el interior; por lo tanto, el centro más húmedo estará más caliente que la piel o la corteza exterior.
Vía | NeoTeo
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