A lo largo de este mes, por cuestiones de trabajo, voy a estar dedicado en cuerpo y alma a discutir y ahondar de la forma más valiente y desprejuiciada acerca de las diferencias entre hombres y mujeres, los orígenes del machismo, qué sexo es mejor que el otro y para qué, etc.
Así pues, comienza aquí un triple post de una larga serie dedicada a los XX y los XY, a los bla-bla-bla y a los grrr, a los acólitos del fútbol y a los de la compradicción, a los de la testosterona y a las del estrógeno, a los de Marte y a los de Venus... y demás dicotomías estereotipadas.
Empecemos por las diferencias de base entre hombres y mujeres.
¿Qué sexo es más inteligente? Cuestión espinosa, cuando aún no hay una forma fiable de medir la inteligencia; ni siquiera hay un consenso acerca de la definición de conciencia.
Los científicos del siglo XIX, sin embargo, respondía sin ningún género de dudas: las mujeres tienen cerebros más pequeños que los hombres, ergo los hombres deben ser más inteligentes. Estos estudios no tuvieron en cuenta que, en el cerebro, el tamaño no lo es todo. Además, el tamaño de la masa gris varía con respecto al peso corporal. Así pues, corregida la disparidad media en cuanto al peso, los cerebros de las mujeres no son más pequeños que el de los hombres.
Más aún: el cerebro de las mujeres es ligeramente más grande que el de los hombres.
Olvidemos por un momento los tamaños y vayamos al rendimiento. En la prueba más difundida para medir la inteligencia, la de Stanford-Binet, ambos sexos obtienen las mismas puntuaciones medias. Pero esto tampoco tiene gran valor, pues la prueba se modificó para que produjera justamente este resultado.
Como dice Marvin Harris:
Los psicólogos se dieron cuenta muy pronto de que los varones contestaban determinados tipos de preguntas mejor que las mujeres y que, a su vez, éstas contestaban determinados tinos de preguntas mejor que los hombres. En lugar de concluir que ninguna prueba podía medir por sí sola la inteligencia general (conclusión más plausible), los diseñadores de la prueba añadieron y sustrajeron diversas clases de preguntas hasta alcanzar un empate en las puntuaciones medias de ambos sexos.
En los próximos posts ahondaremos en cómo son los cerebros específicos de hombres y mujeres.
Centrándonos en el físico de ambos sexos, los hombres son más altos y más fuertes que las mujeres (aunque toleran menos los dolores intensos y duraderos). Los hombres miden 11,6 centímetros más que las mujeres. Ellas tienen huesos más ligeros y, por eso, pesan menos en relación con su altura (la grasa pesa menos que el músculo).
Según el grupo de músculos que se compare, las mujeres tienen entre dos terceras y tres cuartas partes de la fuerza de los hombres: las mayores diferencias están en brazos, pecho y hombros. En tiro por arco, por ejemplo, la marca femenina de distancia con arco manual está a un 15 por ciento de la masculina. En las pruebas de arco compuesto, la diferencia sube hasta el 30 por ciento.
Aunque los programas de entrenamiento y los incentivos psicológicos mejoran las marcas atléticas femeninas, son remotas las perspectivas de que se llegue algún día a acortar de manera significativa la actual distancia en los deportes basados en la fuerza y el desarrollo musculares (salvo, quizá, en un hipotético futuro, mediante ingeniería genética).