La idea de que los maridos nunca recuerdan fechas románticas o aniversarios, mientras que las esposas sí, parece deberse al modo diferente en que hombres y mujeres usan el cerebro, según un reciente estudio.
De acuerdo con este informe, las mujeres utilizan más regiones del cerebro relacionadas con el procesamiento de las emociones que los hombres y, en algunos casos, incluso, diferentes áreas. En la investigación, realizada por un equipo de psicólogos de la Universidad de Stanford, en California, se han empleado Imágenes de Resonancia Magnética Funcional (fMRI).
Las imágenes fMRI miden el flujo sanguíneo y pueden identificar, mediante una coloración artificial, las regiones del cerebro que se encuentran en plena actividad.
Para evaluar las diferencias respecto a las emociones, se mostraron fotografías catalogadas desde "neutrales" a capaces de provocar "fuertes emociones" a 12 hombres y 12 mujeres y se registró la impronta que dejaban en el cerebro.
Semanas después, las imágenes de fMRI volvieron a captar cómo reaccionaba el cerebro de mujeres y hombres al serles mostradas algunas de las fotografías. Las pruebas revelaron que un 60% de los hombres eran capaces de rememorar los recuerdos emocionales más intensos grabados en sus cerebros. En el caso de las mujeres, el porcentaje se eleva al 75%.
Hasta ahora, distintos estudios psicológicos habían encontrado mejor memoria en la mujer que en el hombre para los denominados acontecimientos emocionales, pero las bases neurológicas para esas diferencias eran desconocidas.
"Las mujeres comunican recuerdos más vivos que sus esposos en acontecimientos relacionados con su primera cita, las últimas vacaciones o una discusión reciente", afirman los psicólogos que han realizado el estudio.
Después de comprobar cómo los cerebros masculinos y femeninos conceden mayor o menor importancia a determinados recuerdos y su posterior evocación (quizá las mujeres den tanta importancia a que un hombre no recuerde determinadas fechas como forma de demostrar que el hombre no está realmente implicado en la relación), vayamos de nuevo a las diferencias que existen entre los cuerpos de ambos sexos.
Si nos retrotraemos a nuestros antepasados, observamos que las diferencias anatómicas y fisiológicas ligadas al sexo no imposibilitan que las mujeres participen hasta cierto punto en actividades físicas de gran rendimiento, como la caza. Lo que sucedía es que, por mero pragmatismo, se entrenaban a los varones para la caza mayor, no a las mujeres, pues son las mujeres las que jamás sufren desventajas a la hora de cazar animales de pequeño tamaño o de recolectar frutos, bayas o tubérculos silvestres: alimentos de tanta importancia como la caza mayor en la dieta de los cazadores-recolectores. ¿Pero esto ocurre en todos los grupos sociales y ha sido una constante en la historia? Un mundo dominado por mujeres podría ser cualitativamente distinto? Lo veremos en la tercera entrega de esta serie de posts sobre hombres y mujeres.