Algunas personas perseveran el andar y andar buscando el horizonte, como quienes completan el extremo sendero de los Apalaches. Pero aunque no andemos, andamos. Si bien cuando estamos tumbados en una cama o en la playa experimentamos una sensación de quietud, lo cierto es que nos estamos desplazando a velocidades descomunales debido a la rotación de la Tierra.
Pero no todo el mundo se desplaza a la misma velocidad, hasta el punto de que algunos parece que viajan en un avión supersónico y otros en un simple avioneta.
Además de viajar en el tiempo, como sucede entre Diómedes Mayor y Diómedes Menor de resultas de que el meridiano 180 separa ambas islas, produciendo una diferencia entre isla e isla de 21 horas (a pesar de que solo están separadas por cuatro kilómetros), también viajamos por el espacio cuando nos quedamos quieto en cualquier lugar de la latitud 0, es decir, en la zona ecuatorial.
Concretamente, cada 24 horas (en realidad un poco menos) habremos dado exactamente una vuelta a la Tierra, porque ésta habrá girado sobre sí misma. Es decir, habremos recorrido 40.000 kilómetros sin mover los pies.
Recorrer 40.000 kilómetros en 24 horas supone desplazarse a una velocidad cercana a 1.700 kilómetros por hora.
Pero esta velocidad varía mucho si ya no estamos en la línea del ecuador. Si, por ejemplo, estamos a 52 grados latitud norte, por ejemplo la ciudad de Berlín, entonces en 24 horas recorreremos 24.700 kilómetros. Es decir, que estamos viajando a una velocidad de apenas 1.000 kilómetros por hora, tal y como lo explica Florian Freistetter en su libro Un cometa en la coctelera:
Si nos desplazamos desde aquí sobre una circunferencia alrededor de la Tierra, siempre en la misma latitud, pasaremos primero por Münster y Rotterdam, después sobrevaloremos Londres y cruzaremos el Atlántico. Si nos mantenemos en la misma latitud, alcanzaremos de nuevo tierra firme en Terranova, en Canadá, y en el extremo occidental del continente americano llegaremos, al norte de Vancouver, al océano Pacífico. Por poco no pasaremos por Japón y China, pero en Siberia volveremos al continente eurasiático; después atravesaremos Rusia y Bielorrusia y luego aterrizaremos de nuevo en Europa. Una breve visita a Varsovia y ya estaremos de vuelta en Berlín.
En planeta Tierra la latitud 0 es el ecuador y la 90 es el polo norte. Cuanto más al norte vivimos, más lentamente viajamos con la rotación del planeta. Si vivimos en la isla de Spitzbergen, por ejemplo, en el océano Polar Ártico, en 24 horas solo nos desplazaremos 7.700 kilómetros, es decir, que viajaremos a una velocidad de 320 kilómetros por hora.
Y si nos quedamos en el punto exacto del polo norte, entonces no nos moveremos ni un ápice con el movimiento de la rotación del planeta. Daremos una vuelta sobre nosotros mismos cada 24 horas. La razón de que no notemos estas descomunales velocidades se debe a que todo lo que nos rodea, el aire incluido, se desplaza con nosotros a esa velocidad. Gracias a ello no es necesario que tomemos una biodramina para evitar el mareo.
Imágenes | Pixabay
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