La Luna está allá arriba en el cielo para inspirar a los poetas, pero también para otras cosas: también es responsable las mareas del océanos. De hecho, la rotación de nuestro planeta va más lento cada determinado tiempo debido a la fricción de las mareas provocadas por la Luna. Es decir, que si nunca hubiera existido la Luna, los días serían entre 6 y 8 horas mucho más cortos.
La Luna, sin embargo, no está quieta. De hecho, sabemos que se aleja de nosotros poco a poco. Y no lo sabemos a nivel puramente teórico, sino porque unos astronautas plantaron reflectores en la Luna que lo demuestran.
Reflectores lunares
Los experimentos realizados al respecto nos sugieren que cada año que pasa la Luna se separa de la Tierra 3,8 centímetros. El equivalente a un pulgar. No parece mucho, porque en toda la vida de un ser humano apenas se habrá alejado de nosotros el equivalente a la longitud de un coche familiar. Pero tras siglos y siglos, las cifras empiezan a ser más significativas.
Pero ¿cómo sabemos que la Luna se separa de nosotros con tanta precisión. Gracias a las misiones tripuladas estadounidenses Apolo 11, Aplo 14 y Apolo 15 y los vehículos no tripulados Lunjod 1 y 2, que colocaron reflectores sobre la superficie lunar, tal y como explica Marcus Chown en su reciente libro Gravedad:
Estos espejos, del tamaño de un puño y conocidos como "reflectores de esquina", se caracterizan por reflejar la luz exactamente en la misma dirección de la que procede. Es posible disparar un rayo láser hacia la Luna para que rebote en uno de estos reflectores y medir el tiempo que tarda el rayo en volver a la Tierra. Puesto que sabemos cuál es la velocidad de la luz, deducir la distancia que nos separa de la Luna es pan comido.
Imagen | nigelhowe
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