En verano de 1908, apareció una bola de fuego sobre Tunguska, al norte de Siberia. Testigos presenciales describieron una columna de luz azul que se movió por el cielo, seguida de una extraordinaria explosión que arrasó árboles en más de 2.000 kilómetros cuadrados.
La roca espacial responsable de aquella deflagración tal vez podría haber rebotado contra la atmósfera y aún orbitaría el Sol en la actualidad, según una nueva investigación que atribuye la ausencia de restos del asteroide que provocó la gran explosión a este hecho.
Teoría del rebote
Dado el tamaño de la región de impacto, se estima que el asteroide original fue de casi 70 metros. Pero no se ha hallado cráter de impacto ni restos. La teoría de que haya rebotado, pues, es plausible, y además no sería la primera vez que pasaría.
Un ejemplo de ello fue el Great Daylight Fireball, de 1972, una roca del tamaño de un camión que saltó a través de la atmósfera superior y que fue vista en partes de Utah y Wyoming:
En la investigación citada se modelaron varios escenarios, considerándose cuerpos que varían en tamaño de 50 a 200 metros y están compuestos de hielo, piedra o hierro.
Finalmente, se halló que el escenario más probable es un asteroide de hierro de unos 200 metros de tamaño: si el objeto tuviera un impacto superficial en la atmósfera, llegando a menos de 10 kilómetros de la superficie de la Tierra, habría permanecido prácticamente indemne y habría regresado al espacio para entrar en una órbita casi solar.
Cada día se precipitan sobre la Tierra toneladas de materia procedente del espacio, si bien la mayoría se desintegra en la reentrada en la atmósfera terrestre. Concretamente, la Tierra recibe alrededor de 100 toneladas de materia extraterrestre en forma de granos de polvo al día. El 99 % de esos granos tienen un tamaño aproximado de entre 0,05 y 0,5 milímetros. Algunos, sin embargo, son más grandes. Y proceden de la luna, o de Marte.
Ver todos los comentarios en https://www.xatakaciencia.com
VER 2 Comentarios