La vida de los astronautas en una estación espacial como la Estación Espacial Internacional (ISS) es larga, así que resulta imposible llevar suficientes reservas de oxígeno embotellado. ¿De dónde sale el oxígeno entonces?
Los astronautas que entraron a vivir por primera vez en la ISS en noviembre del año 2000 se les suministra oxígeno fabricado mediante un proceso que descubrió el químico William Nicholson hace más de 200 años: la electrólisis.
El proceso consiste en transportar agua desde la Tierra a la ISS, donde una unidad de fabricación soviética, el Elektron, se vale de la electricidad generada por los paneles solares de la estación para separar moléculas de agua en oxígeno (que se introduce en el interior de la estación) e hidrógeno (que se expulsa al espacio).
Para crear una atmósfera segura y análoga a la de la Tierra y mantener un nivel suficiente de presión de aire, el oxígeno se combina con un nitrógeno relativamente inerte que hay en los tanques de a bordo.
Aunque la base de esta tecnología sea anterior a la época victoriana, con ella se consigue exprimir hasta la última gota de oxígeno del agua: el 98 % es reciclado; hasta la última gota de las más ínfimas cantidades de sudor y vapor de agua del aliento de los astronautas.
Junto con el Elektron, la ISS también transporta fuentes de oxígeno para casos de emergencia, entre ellas el equivalente en tanques a varios meses y más de 100 cartuchos de perborato de litio que, al encenderlos, producen cada uno oxígeno suficiente para mantener a un astronauta con vida durante 24 horas.
Vía | ¿Por qué la araña no se queda pegada a la tela? de Robert Matthews