Según la hipótesis del impacto de un meteorito, el Cretácico llegó a su fin a causa de un impacto difícil de imaginar. Luis Álvarez y Walter Álvarez, a partir de una capa de iridio, esferulitos vítreos y cuarzos fracturados, postularon que apareció una nube de polvo oscureciendo el globo terráqueo.
Y no sólo se extinguieron los dinosaurios, sino también cerca de la mitad de todas las especies, en particular de las marinas.
Richard Dawkins describe magistralmente este impacto en El cuento del antepasado:
Debido a su alta velocidad en relación a la de la Tierra, estos enormes objetos liberan, en el momento del impacto, una inmensa cantidad de energía. Una herida por arma de fuego está caliente debido a la velocidad de la bala; cuando un meteorito o cometa colisionan, lo más probable es que vayan aún más rápido que la bala que sale de un rifle de alta velocidad, con la particularidad de que, mientras que la bala pesa apenas unos gramos, la masa el proyectil celeste que puso fin al Cretácico y aniquiló a los dinosaurios se podría medir en gigatones. El ruido del impacto, un estallido que debió de dar la vuelta al planeta a mil kilómetros por hora y de dejar sordas a todas las criaturas que no hubiesen muerto achicharradas tras la explosión, asfixiadas por el golpe de viento o del tsunami de 150 metros que surcó como una exhalación los mares hirvientes, o pulverizadas por un terremoto mil veces más violento que el más virulento de los terremotos provocados por la falla de San Andrés. Y ésas sólo fueron las consecuencias inmediatas, después llegaron los efectos colaterales: los incendios que devoraron todos los bosques y selvas del planeta, y el humo, el polvo y la ceniza que velaron el sol durante un invierno nuclear de dos años de duración que acabó con la casi totalidad de las plantas y cortó de cuajo las cadenas alimenticias del mundo.
No cuesta imaginar que algo así arrasara con la vida… lo difícil de imaginar que es aún sobrevivieran algunas criaturas. Pero si aún no os parece suficiente, esta catástrofe se queda pequeña si la comparamos con una anterior, la que corresponde a la extinción en masa que señala el final del Pérmico, hace unos 250 millones de años, en la que desaparecieron casi el 95 % de todas las especies. Según investigaciones recientes, la causa pudo ser otro meteorito, aún más grande que el que se precipitó en el Cretácico, hace 65 millones de años.
Y aún seguimos aquí. Algunos incluso viviendo mucho.