Cómo todos sabéis, hace apenas tres días fue el solsticio de invierno (para los que leéis genciencia desde el hemisferio norte). Concretamente, fue el pasado miércoles 22 a las 0:38 horas, hora española (23:38 del día 21 en horario universal). Pero, ¿qué es el solsticio?
La palabra solsticio viene del latín solstitium, unión de sól que obviamente se refiere al astro rey; y el verbo stiti, detener. Así, pues, la traducción literal sería sol quieto. Es decir, hace referencia a que el sol parece detenerse durante unos días durante el solsticio.
Es una observación que la humanidad realizó en los albores de la civilización. Conocer, y comprender, nuestro entorno es un imperativo evolutivo; y entender el ciclo del sol nos permitió la posibilidad de predecir el clima. Por ese motivo, los primeros aficionados a la astronomía de la prehistoria se dedicaron a anotar por dónde salía el sol cada día.
Se dieron cuenta que cada mañana el sol siempre salía cerca del este, pero el punto exacto cambiaba un poco cada día. Por ejemplo, durante el verano veían que los primeros rayos del alba llegaban por el estenordeste, pero cada día amanecía un poco más al sur. A finales de lo que ahora llamamos setiembre, la salida del sol había descendido por el cielo hasta llegar justamente al este, momento que llamaron equinoccio.
Durante los meses siguientes, la salida del sol seguía acercándose cada vez más al sur, hasta llegar cerca del sursudoeste. Y, entonces, el sol parecía detenerse en el cielo. Durante tres días, parecía no moverse, salía por el mismo punto. Decían que se había detenido. Incluso, los más extremistas, decían que había muerto.
Foto | Mehul. antani