Como si se tratara de un conjunto de brillantes piedras preciosas incrustadas en una roca, las nubes de luz y polvo que forman las estrellas brillan tenuemente en nuestra galaxia en una imagen infrarroja que captó el Observatorio Espacial Herschel de la ESA.
La imagen fue adquirida como parte de Hi-GAL, un proyecto que mapea toda la Vía Láctea en una amplia gama de luz infrarroja que dicho observatorio diseñó especialmente para la detección. La imagen de arriba es sólo una pequeña parte de la versión real, que corresponde a 1/30 parte de lo que será el mapa final.
Normalmente invisible a nuestros ojos, los enormes filamentos de gas y polvo llenan el plano de la galaxia donde residen estrellas como nuestro Sol. A medida que estas frías nubes de material interestelar se desmoronan, se van haciendo más densas, hasta que, finalmente, se forman las estrellas que más tarde desprenderán luz y calor.
La energía de las estrellas recién nacidas resuena por todo el espacio cercano, iluminando el material donde nacieron como si fueran unas ondas de choque de radiación ionizante.
Estas ondas de choque de radiación ionizante liberan luz en longitudes de onda correspondiente a los elementos del interior de las nubes, pudiendo conducir eventualmente a la formación de aún más estrellas, un ciclo continuo de nacimiento de estrellas a escala de tiempo galáctico.
Vía | ESA
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