Las llamaradas solares son gigantescas explosiones en el Sol que envían energía, luz y partículas de alta velocidad hacia el espacio. Estas llamaradas a menudo se asocian con tormentas magnéticas conocidas como Eyecciones de Masa Coronal (CMEs en inglés). El número de llamaradas solares aumenta aproximadamente cada 11 años, y ahora mismo el Sol se está moviendo hacia otro máximo de actividad solar, probablemente en 2013.
Las mayores llamaradas solares se conocen como “clase X”, basadadas en un sistema de clasificación que divide éstas de acuerdo a su fuerza. Las más pequeñas son de clase A, seguidas por la clase B, C M y X. Al igual que en la escala sismológica de Ritcher (escala logarítmica donde se asgina un número para cuantificar la energía liberada en un terremoto), cada letra representa un aumento de 10 veces en la producción de energía. De esta forma, una llamarada clase-X es diez veces mayor que una M y 100 veces que una C.
Las llamaradas de clase C son demasiado débiles como para ser detectadas desde la Tierra. Las de clase M pueden causar apagones breves en los sistemas de radio en los polos y pequeñas tormentas de radiación que pueden poner a los astronuautas en órbita en peligro. A continuación vienen las más potentes, las de clase X. En el año 2003 se registró la erupción solar más potente y fue tan poderosa que sobrecargó los sensores de medición.
Estas llamaradas suponen un espectáculo digno de ver. Lazos diez veces el tamaño de la Tierra saltan fuera de la superficie del Sol produciendo tanta energía como mil millones de bombas de hidrógeno.
Si van dirigidos a la Tierra, las CMEs pueden crear tormentas de radiación de larga duración que pueden dañar satélites, sistemas de comunicación e incluso sistemas colocados sobre la superficie de la Tierra. Por ejemplo, en el mes de diciembre del año 2006, una de estas eyecciones solares interfirió con las señales del sistema GPS que se envían desde los satélites en órbita a los receptores en tierra.
La NASA, la NOAA (National Oceanic and Atmospheric Administration), así como la US Air Force Weather Agency (AFWA) mantienen una vigilancia constante sobre el Sol para monitorizar las llamaradas de clase X y sus tormentas magnéticas asociadas. El pasado 9 de agosto, el Sol emitió hacia la tierra una llamarada de clase X, medida por un satélite de NOAA. Aunque estas gigantescas explosiones de radiación no pueden atravesar la atmósfera terrestre para dañar a los humanos, pueden alterarla afectando a los sistemas de comunicación