Los investigadores que deben pasar largas temporadas aislados en la Antártida deben someterse a una apendicectomía profiláctica, una extirpación del apéndice, para evitar que surjan complicaciones y deba entrarse en quirójano. Los datos del programa australiano de exploración de la Antártida de 1950 señalan que en 32 años hubo una muerte y un 40 % de operaciones con complicaciones.
Viajar al espacio, pues, debería tener un problema similar (aunque no es común extirpar el apéndice a los astronautas): se señala que hay una probabilidad de entre el 0,8 y el 9,4 % por año de sufrir una apendicitis por parte de un astronauta. Si se empiezan a hacer viajes espaciales de larga distancia, como ir a Marte, la medida de extirpar el apéndice debería discutirse.
En el estudio realizado en 1963 llamado “The Cyborg Study: Engineering Man for Space”, se revisó la posibilidad de sustitución de órganos, así como la posibilidad de utilizar drogas e hibernación para hacer menos estresantes los viajes espaciales. Así opina el jefe de un laboratorio del Instituto de Estudios Médicos y Biológicos de la Academia de Ciencias de Rusia, Viacheslav Shurshakov:
El ser humano, como especie, se conformó en la Tierra, por eso no está capacitado para los vuelos espaciales a larga distancia. Por mucho que parezca un pecado, para volar hacia otros planetas hay que mejorar un poco el organismo de la persona, perfeccionarlo. El humano tiene unos órganos críticos que están más expuestos al impacto de la radiación y que sería preciso extirpar antes del vuelo al Marte, reemplazándolos por unos artificiales.
Vía | Quantum-RD
Imagen | Pixabay
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