Este 13 de octubre, la ESA ha puesto en órbita la primera misión del programa Copernicus de observación de la Tierra, dedicada a vigilar nuestra atmósfera y, específicamente, la calidad del aire.
Sentinel-5P, de 820 kilos, se puso en órbita a bordo de un lanzador Rockot a las 9:27 GMT, desde el cosmódromo de Plesetsk, en el norte de Rusia.
Monitorizando el aire
La fase de lanzamiento y órbita temprana durará tres días, tiempo durante el cual los controladores comprobarán los sistemas clave del satélite y lo configurarán para volar por el espacio.
Se prevé que la misión comience a operar plenamente en un plazo de seis meses. Para ello empleará el avanzado instrumento Tropomi, que cartografiará un gran número de gases traza, como dióxido de nitrógeno, ozono, formaldehído, dióxido de azufre, metano, monóxido de carbono y aerosoles. Gases afectan al aire que respiramos y, por consiguiente, a nuestra salud y al clima.
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