Cuando pisamos la Luna, imaginamos enseguida que los astronautas no sólo volverían a nuestro satélite, sino que emprenderían viajes más ambiciosos hacia Marte y otros planetas del Sistema Solar. Sin embargo, resulta mucho más efectivo y barato enviar una sonda que un ser humano. Como también lo es usar telescopios cada vez más sofisticados.
Los retos de la astrofísica, con una exigencia máxima de rapidez en la cobertura óptica del universo, ya no son compatibles con la figura del observador humano, y ello ha obligado al desarrollo de telescopios robóticos, capaces de apuntar en segundos al fenómeno que se desea estudiar.
Vía | EFE
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