En 1974, los chimpancés de Gombe (y luego en la mayoría de colonias estudiadas en África) realizaban incursiones silenciosas en el territorio de los grupos vecinos, emboscando a los machos y matándolos a golpes.
Los chimpancés pueden afrontar el conocimiento de que otro individuo mantiene una creencia falsa, por ejemplo. Los chimpancés son capaces de engañar sistemáticamente.
En una ocasión, una cría de chimpancé fingió que estaba siendo atacada por un adolescente para conseguir que su madre la dejara mamar.
Con todo, dedicó un capítulo entero al argumento de que existía una forma primitiva de sentido moral en otros animales:
La diferencia mental entre el hombre y los animales superiores, por grande que sea, es sin lugar a dudas de grado y no de clase. Hemos visto que los sentidos y las intuiciones, las diversas emociones y facultades, como el amor, la memoria, la atención, la curiosidad, la imitación, la razón, etcétera, de las que el hombre se vanagloria, pueden encontrarse en los animales inferiores en estado incipiente o a veces bien desarrolladas.
Evidentemente, seres humanos y simios son diferentes. Pero resulta perturbador que las semejanzas sean tan acusadas. Y que las diferencias cuantitativas, no cualitativas.
Vía | Qué nos hace humanos de Matt Ridley