Ha quedado cristalizado en el acervo popular que los seres humanos son mezquinos, egoístas y crueles y que los animales, por el contrario, son algo así como discípulos de Gandhi.
La realidad es un poco diferente.
Y no es necesario que recurramos a los depredadores más fieros. Lo cierto es que el ejemplo de un simple cervatillo es suficiente. Mirad cómo se refería el zoólogo Konrad Lorenz a una cría de corzo, similar a Bambi, en su libro Hablaba con las bestias, los peces y los pájaros:
Es uno de los asesinos más crueles… está sediento de sangre. Los corzos mansos causan más accidentes al año que los leones y tigres.
Y es que solemos valorar a los animales en función de su aspecto. El gato de Shrek nos parece mono. Una cucaracha, abominable. Cuanto más recuerda el animal a un bebé humano, más ternura nos transmite.
Como un hipopótamo. Pero el hipopótamo es uno de los mamíferos más peligrosos de África, causando más muertes que cualquier otro animal. O los chimpancés, que a veces organizan cacerías colectivas para atacar a babuinos y otros primates; incluso a niños pequeños.
Los delfines, según la doctora Amy Samuels, de la Institución Oceanográfica Woods Hole de Massachussets:
El hecho de que parezcan sonreír no significa que no sean agresivos.
Lorenz concluyó que entre los depredadores la violencia gratuita es más rara que entre los herbívoros. Según Lorenz, dado que son animales tan poderosos, muchos de ellos han desarrollado rituales, como el de la rendición, para prevenir ataques violentos.
Casi todos los animales se vuelven violentos cuando no tienen salida. Por ello, las especies que tienen menos posibilidades de huir suelen ser más violentas, ya que han desarrollado una disposición a la lucha como estrategia defensiva. Por esta razón, el más pacífico de los primates el gorila: no se suele sentir amenazado y no tiene que luchar por su comida.
Tenedlo en cuenta la próxima vez que os encontréis con una ardilla (se vuelven muy feroces cuando no hay comida), una jirafa (durante el celo acostumbran a dar topetazos y empujones) o un pingüino (los pingüinos adelia resultan muy agresivos cuando se trata de defender los nidos).
Vía | Muy Interesante