Por muy grande y contaminada que sea nuestra ciudad aun así disfrutamos de los olores y sabores de las plantas naturales. Puede ser en un ambientador, en un perfume o como parte de muchos productos alimenticios preparados. Muchas empresas añaden compuestos que imitan, con mayor o menor éxito, a los componentes naturales que muchas veces se pierden a lo largo del procesado industrial de los mismos.
Por esto hay una importante batalla comercial para desarrollar estos productos y el primer paso es conocer exactamente su composición y la forma en que son producidos por los organismos naturales. El objetivo final es disponer de un catalogo completo que permita añadirlos a voluntad según las necesidades.
Richard Newcomb, del instituto de investigación HortResearch de Nueva Zelanda cree que este objetivo ya ha sido conseguido por su equipo. Para ello han desarrollado técnicas mediante las cuales han determinado cuales son los compuestos presente y como se combinan para crear un sabor o una fragancia. No es una tarea fácil, ya que el sabor de una fruta puede incluir más de 30 compuestos diferentes, cada uno en un porcentaje preciso.
A partir de ahora, pueden añadir estos genes a bacterias específicas y cultivarlas a gran escala en biorreactores con destino a la industria alimentaría. Tal vez en un futuro podamos reproducir no solo el sabor sino la textura y apariencia de cualquier alimento natural. Solo espero que sea lo bastante caro para que no merezca la pena. O tan barato que elimine el hambre en el mundo.
Vía | Eurekalert