Richard Henry ha sido uno de los kakapos (”loro nocturno“ en lengua maorí) más longevos de todos los tiempos. Murió en diciembre con 80 años, pero el gobierno neozelandés no lo anunció hasta el pasado jueves 13 de enero.
Richard fue descubierto en 1975, en Fiordland, Nueva Zelanda. Era el único kakapo de la isla y hasta se llegó a pensar que era el único del mundo.
Vivía solo en el valle Gulliver, cantaba diferente y su plumaje era ligeramente distinto. Era querido y muy especial, por lo que los científicos se esmeraron en que se reprodujera. Y en 1998 ocurrió, la kakapo Flossie fue la afortunada de ser la madre de sus tres polluelos.
Todo un éxito, porque la reproducción de los kakapos es muy difícil. No alcanzan la madurez sexual hasta los 11 años de vida y ponen unos ocho huevos (no todos fértiles) cada dos o cuatro años.
Los kakapos son los loros más raros del mundo. Dicen que huelen a flores y miel. Su rostro, redondo y mofletudo, tiene unos bigotes que le sirven para tantear el terreno cuando recorre con su pico el suelo en busca de comida.
Los antepasados de estos loros volaban, pero al instalarse en las islas dejaron de usar las alas porque no existían depredadores y dejaron de necesitarlas. Así que el loro evolucionó al actual y rechoncho kakapo. Sus plumas tampoco son aptas para el vuelo, pero si para resguardarse del frío.
Es una de las especies más amenazadas (¿Adivináis por quién?), tan solo quedan 122 kakapos y sobreviven en las islas de Codfish y de Anchor.
Está en marcha un programa de cría, en cautividad y en libertad, financiado por el gobierno neozelandés y está funcionando.
VíA: Quo