Después de la lluvia, si las condiciones lumínicas son las apropiadas, aparece el arco iris. Después de la lluvia también aparecen los caracoles. Pero un tal John Thomas Gulick (1832-1923) descubrió que ambos conceptos podían darse en una sola entidad: los coloridos caracoles arbóreos del género Achatinella.
Gulick descubrió este prodigio biológico en los bosques de Hawai. Y, claro, por aquél entonces, cuando se estaba debatiendo la teoría evolucionista de Charles Darwin, Gulick no pudo evitar pensar que un animal como aquél no podía ser producto de la selección ni de la adaptación sino la obra de un gran Creador.
Hay más de 220 especies de Achatinella en los bosques de Hawai, con las variantes más disímiles: cónicos, redondos u ovales. Pero lo realmente impresionante son sus colores. Existen colores con todos los matices posibles. Incluso a rayas negras y blancas.
Tanta variedad cromática no tenía demasiado sentido, pues todos ellos se daban en un mismo ambiente: el entorno no obligaba a que tuvieran colores tan distintos. De modo que Gulick denominó las variantes de este caracol como de “no adaptativas”. Como si un enorme joyero cósmico hubiera desparramado todo su contenido por la isla de Oahu.
Lamentablemente, en la actualidad esta variedad de gasterópodos se ha reducido bastante. La Achatinella lila, por ejemplo, ya sólo puede contemplarse en el museo Bernice Bishop de Honolulu.
Una causa de esta extinción de especies fue sin duda el hombre, que taló a ras de suelo muchos de los bosques. Además, muchos zoólogos aficionados siguieron los pasos de Gulick y saquearon con demasiada diligencia esas islas meridionales a fin de aumentar sus colecciones. Pero eso no fue todo. Desafortunadamente, los pacíficos caracoles no sólo desarrollaron carcasas coloridas, sino también un comportamiento reproductivo bastante letárgico. Cada hembra trae al mundo únicamente una cría viva en casa ocasión.
Por si esto fuera poco, estos caracoles venidos del Reino de Oz también tienen que luchar contra el llamado caracol caníbal, la Euglandina rosea, que los humanos trajeron originalmente a Hawai para que acabara con el caracol de tierra gigante. Pero el caracol caníbal prefirió zamparse a los coloridos y sabrosos Achatinella.
Vía | De focas daltónicas y alces borrachos de Jörg Zittlau