Es capaz de apestar un radio de 1,6 km a su alrededor. Su tufo es una mezcla entre animal en descomposición y calabaza podrida. Es la flor cadáver (Amorphophallus titanum) o aro gigante. Una planta que huele tan mal porque así consigue atraer a polinizadores que se alimentan de carroña como moscas y escarabajos carroñeros.
En algún momento durante los pocos días que esta planta florece cada dos años, los insectos curiosos se impregnarán con el polen y luego polinizarán otros aros gigantes de la zona.
Pero ¿cómo consigue oler tan rematadamente mal?
El factor principal es el calor. La energía obtenida por la fotosíntesis no es empleada para fabricar alimentos sino para liberar calor en un proceso que se llama desacoplamiento mitocondrial. Este calor adicional (que alcanza haseta los 37,8 ºC) se libera por la punta de la planta (que alcanza hasta los 2,7 m de alto). produciéndose entonces el llamado efecto chimenea: así el calor hace que los compuestos aromáticos sean más volátiles y puedan dispersarse más lejos a su alrededor.
Los compuestos que provocan este olor putrefacto son moléculas que contienen sulfuro, como las llamadas putrescina y cadaverina, que también es lo que encontramos en una vagina que huele muy mal (víctima de una vaginitis bacteriana), junto con compuestos como la trimetilamina, que es la misma sustancia que otorga su olor al pescado poco fresco. (Si queréis saber más sobre los olores de la vagina, no os perdáis este artículo).