Los árboles son majestuosos, decoran el paisaje, proporcionan oxígeno y alimento, nos dan sombra. Los árboles no se mueven (al menos no con suficiente rapidez como para que lo veamos). En definitiva, los árboles no representan una amenaza.
Sin embargo, no siempre es así. De hecho, podemos escoger un árbol como el más peligroso del mundo. Concretamente, se trata de la manzanilla de la muerte (Hippomane mancinella).
La manzanilla de la muerte es un árbol de la familia de las euforbiáceas, y crece en la región de Everglades, Florida, Estados Unidos, en la costa del Caribe. Pero ¿por qué este árbol es tan peligroso?
La savia que brota de su tronco es tan ácida y venenosa que el más mínimo contacto con la piel causa sarpullidos y ampollas, y si entra en contacto con los ojos, puede producir ceguera. Incluso el hecho de refugiarse de la lluvia bajo este árbol es suficiente para producir ampollas si las gotas de agua contienen savia y ésta entra en contacto con la pie.
Con todo, que ello no sirva para estigmatizar a los árboles, pues la mayoría son necesarios. Afortunadamente, parece que en el mundo cada vez hay más árboles, en vez de menos.
Hasta ahora se creía que había unos 400.000 millones de árboles en la Tierra (unos 60 por persona), pero ahora un cálculo más exhaustivo realizado por un grupo internacional de científicos concentrados en la Universidad de Yale arroja la cifra de 3 billones de árboles en el planeta Tierra (unos 200 árboles por persona).
¿Y la planta más venenosa?
Hemos descubierto el árbol más peligroso, pero ¿y la planta más venenosa? Ese dudoso honor se lo debemos adjudicar la higuerilla o higuera infernal (Ricinus communis), cuyo veneno es 6.000 veces más tóxico que el cianuro, y 12.000 veces más que el veneno de una serpiente de cascabel.
Según el manual Merck, edición de 1997, una dosis de 700 microgramos es suficiente para matar a una persona de 72 kilogramos de masa.
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