En Estados Unidos proliferan los locales de striptease en los que hombres ponen billetes entre la ropa interior de la bailarina a fin de recibir un baile especial o personalizado. Sin embargo, hay bailarinas que reciben más billetes y otras menos, y el motivo no parece ser (al menos en exclusiva) su belleza ni sus, ejem, habilidades con el baile.
Al menos es lo que sugiere el investigador y psicólogo Geoffrey Miller, de la Universidad de Nuevo México, que visitó un buen puñado de establecimientos de striptease de su ciudad natal, Albuquerque.
En Estados Unidos, estos locales no están mal vistos del todo porque, a pesar de las apariencias, que una bailarina practique el denominado lap-dance, una modalidad de baile que consiste en sentarse sobre las piernas del hombre que le ha puesto dinero en la ropa interior moviéndose a ritmo libidinoso de la música, no está considerado prostitución.
Miller y sus ayudantes se dedicaron a observar la rutina laboral de 18 bailarinas durante 70 días. Los resultados los comenta Jörg Blech en su libro El destino no está escrito en los genes:
Registraron dos tipos de datos: cómo evolucionaba el ciclo menstrual de las bailarinas y a cuánto ascendían sus ingresos diarios. Cuando cotejaron los datos, el grupo de investigadores se topó con un resultado cuanto menos sorprendente: los hombres eran especialmente generosos cuando la bailarina se encontraba en sus días fértiles. En los días en torno a la ovulación, las mujeres ganaban una media de trescientos treinta y cinco dólares al día; por el contrario, cuando estaban menstruando, la cantidad disminuía a ciento ochenta y cinco dólares.
Esta investigación, como era de esperar, recibió el premio IgNobel de Economía de 2008. Estos premios se entregan a investigaciones serias que, por su tema o sus implicaciones, “primero hacen reír y luego pensar”, como dicen los organizadores.