Siguiendo con la serie de artículos sobre el cerebro, después de realizar un breve repaso a la evolución que este ha sufrido desde nuestros ancestros hasta el día de hoy, en esta entrada nos centraremos un poco más en el conocimiento que hemos adquirido sobre éste capital órgano del cuerpo humano, gracias a la ciencia, mencionando los procedimientos por los cuáles hemos conseguido obtener el conocimiento que tenemos actualmente sobre el cerebro y, además, nos centraremos en explicar un poco el funcionamiento de la unidad básica del cerebro y del sistema nervioso, la neurona.
Los pasos de la ciencia
Con la aparición de la ciencia surgieron las primeras especulaciones sobre las funciones del cerebro. Estudiosos de la época clásica, como el filósofo Aristóteles, atribuyeron el origen de las emociones al corazón, relegando al cerebro a funciones de control de la temperatura del organismo; su teoría se basaba en que el goteo de la nariz al estar resfriados era explicable como la pérdida de líquido cerebral, que actuaría como refrigerante. Así mismo, a este filósofo le pareció más probable que el corazón fuese el encargado de sentir y pensar ya que en determinadas situaciones su ritmo se veía acelerado o decelerado.
Con el tiempo, determinados avances tecnológicos han permitido determinar con exactitud la función del cerebro. Para la reconstrucción de modelos de la actividad eléctrica es necesario el uso de la tomografía computacional (escáner cerebral) con la finalidad de obtener neuroimágenes anatómicas (NA), detectando el flujo sanguíneo a las zonas de actividad neuronal localizada.
La combinación de los diferentes planos obtenidos permite crear representaciones tridimensionales del cerebro y mapas topográficos que resultan útiles a la hora de situar los núcleos cerebrales que se excitan delante de diferentes estímulos, como por ejemplo la música. Además, es posible recopilar información sobre la actividad eléctrica del cerebro mediante la técnica del electroencefalograma (EEG), que se realiza vía electrodos posicionados en la cabeza.
La neurona
La unidad estructural y funcional del cerebro es la neurona, un tipo celular de morfología dendrítica - compuesta por un cuerpo o soma y dos tipos de prolongaciones, llamadas dendritas o axones, dependiendo de sus características - que se diferencian por su capacidad de generar y transmitir impulsos eléctricos a otras células del mismo tipo mediante contactos intracelulares llamados sinapsis.
Generalmente, las sinapsis son axodendríticas, es decir, se dan entre un axón de la neurona emisora y la dendrita de la receptora. No obstante, hay otros tipos como las neuromusculares, las axosomáticas o las axoaxónicas.
El denominado impulso nervioso se crea a partir de una despolarización de la membrana plasmática causada por un estímulo que se transmite en forma de potencial de acción. En las sinápsis químicas, una neurona presináptica (emisora) comunica con otra postsináptica (receptora) mediante pequeñas vesículas repletas de neurotransmisores químicos sin que se establezca un contacto físico entre las dos células.
En este tipo de contactos, se adquiere un equilibro químico fácilmente perturbable por algunas substancias como el tetrahidrocanabinol (THC) o la cafeína, que son capaces de traspasar la barrera hematoencefálica, substancias que podemos englobar bajo el término "drogas".
Uno de estos productos es el etanol, una substancia capaz de estimular el sistema gabaèrgico o GABA del cerebro, constituida por un neurotransmisor homónimo que deshinibe la actividad neuronal. El alcohol actúa adhiriéndose a los receptores de este neurotransmisor, causando que la unión sea más duradera y que, en consecuencia, aumente el efecto relajante del mismo.
Se ha descubierto que el agregado de ácidos grasos que se forma cuando ingerimos etanol, tapona las sinapsis glutamatérgicas (de glutamato) en zonas muy concretas del cerebro como el hipocampo, centro del aprendizaje y la memoria. Los efectos euforizantes de esta droga se pueden atribuir al desequilibrio que se da en las hormonas dopamina y serotonina.
Otras drogas como la nicotina emulan la acción del neurotransmisor acetilcolina. La pérdida del equilibrio colinérgico sumada a la capacidad de esta droga para mantenerse activa durante cierto tiempo en el espacio sináptico, producen sensaciones de placer y euforia.
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