En la primera mitad del siglo XIX, los aficionados a las mariposas descubrieron que en los bosques aledaños a las ciudades industriales inglesas proliferaban ejemplares de la mariposa de los abedules (Biston betularia) que, en vez de ser blancas moteadas, había adquirido un color negro.
Era un cambio muy llamativo en tanto en cuanto el color original le servía a esta polilla para camuflarse en los troncos de los árboles y escamotear así a los depredadores. Sin embargo, en ciudades como Manchester ya no había mariposas blancas moteadas de negro, sino negras sin más.
Melanismo industrial
¿Quién había cambiado su color? Al parecer, la contaminación de esta época, que también es la responsable de esa romántica niebla que acompañaba a personajes decimonónicos como Sherlock Holmes. Esa niebla no tenía nada de romántico si tenemos en cuenta que hacía escupir hollín a las personas, y las mataba antes de tiempo.
Pero si hemos de capturar cierto romanticismo, tal vez sea su capacidad de cambiar los colores de las mariposas, como si fuera un pintor de la naturaleza. Es lo que se ha venido a llamar melanismo industrial, y es un proceso observado en muchas especies de lepidópteros de zonas urbanas.
Las nuevas mariposas debían camuflarse en un entorno diferente de resultas de los efectos de la contaminación, por eso la selección natural favoreció a las que empezaron a nacer negras. En el caso de los abedules, el dióxido de azufre oscureció sus troncos y lo que era un buen escondite se convirtió en un chivato para los pájaros: imaginaos unas bonitas mariposas blancas posadas en troncos negros. Los ejemplares que eran más oscuros hasta acabar completamente negros se convirtió así en una subespecie que fue llamada B. betularia carbonaria.
Naturalmente, esta subespecie ahora está en peligro de extinción porque ya no contaminaos tanto como antes. Desde que el Reino Unido aprobara leyes para reducir las emisiones contaminantes, la población de B. betularia carbonaria en el cinturón industrial inglés se ha reducido desde sus máximos en los años 1970 del siglo pasado hasta un 20% en 2002. Empieza a ser útil de nuevo ser blanca moteada de negro para camuflarse de los depredadores. A veces, en efecto, estos súbitos cambios de color y estilo acaban pareciéndose sospechosamente a los que tienen lugar en las pasarelas de moda.
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