En el post anterior os hablaba de la piel humana, pero no profundicé demasiado en el tacto porque el tacto es tan interesante que merece una entrada para sí solo.
De todos nuestros sentidos, probablemente al que menos atención le prestamos es al sentido del tacto. No existe un órgano especial asociado al tacto, como existe para la vista (ojo) o para el gusto (lengua). Es un sentido tan general, que incluso cometemos el error de designarlo como una única entidad.
Pero lo cierto es que el tacto abarca cinco sensaciones diferentes asociadas a determinada clase de receptores.
Los diversos receptores han sido llamados por el nombre de sus descubridores:
-Los corpúsculos de Pacini para la presión (Filippo Pacini, italiano, 1830).
-Los corpúsculos de Meissner para el tacto (Georg Meissner, alemán, 1853).
-Los bulbos terminales de Krause para el frío (Wilhelm Krause, alemán, 1860).
-Las terminaciones para el calor de Ruffini (Angelo Ruffini, italiano, 1898).
Si os fijáis, todos nuestras sensaciones son italoalemanas.
Los receptores se encuentran distribuidos de forma irregular. En la espalda es donde menos hay, y en el antebrazo y en la pierna hay más. En las palmas de las manos, más todavía. Y en las puntas de los dedos, así como en determinadas zonas genitales, es donde se registra la mayor concentración.
No sé si os habrá pasado a vosotros, pero a mí a veces me parecen exageradas las muestras de dolor de determinadas personas. Y no puedo evitar pensar que tienen más cuento que Calleja. Hasta hace poco pensaba que el dolor era una cuestión personal, así que no metía demasiado en ello. Pero lo cierto es que se han llevado a cabo intentos de medir el dolor.
La unidad de sensación de dolor se llama dol. Un dol es el equivalente a la diferencia entre dos dolores determinables, marcando 10,5 dols como la intensidad dolorosa máxima.
Otros investigadores han preferido establecer una escala más sencilla, disminuyendo desde muy intenso, intenso, moderado, ligero, hasta sin dolor.
No podemos sentir dolores demasiado intensos por mucho tiempo. El grado de lesión de los tejidos requerido para provocar un dolor intenso (de 5-8 dols) es probablemente suficiente para destruir las terminaciones del dolor en esa área.
El llamado dolor intratable debe ser o de baja intensidad, periódico, o no debe ser dolor auténtico sino una combinación de sensación no dolorosa que se interpreta por el individuo como desagradable e inaceptable.
Según el Comité Interministerial de Nuevos Tratamientos para el Dolor y el Malestar, unos 75 millones de americanos sufre dolor crónico de diversos tipos.
Geoff Watts escribió:
No existe carencia de medicamentos entre los que elegir (…) Analgésicos simples y opiáceos, analgésicos concomitantes, anestésicos locales y bloqueo neurolítico, interrupción neuroquirúrgica de las vías del dolor, estimulación eléctrica, crioterapia, acupuntura, hipnosis, condicionamiento operativo, biorretroalimentación, psicoterapia… y otros.
Vía | La mente de Anthony Smith