Como os conté en la entrega anterior de esta serie de artículos, surgieron detractores de los datos de Farr.
A finales del siglo XIX, algunos observadores sostuvieron que el hecho de que el matrimonio supusiera una ventaja para la salud era sólo una apariencia, porque lo que sucedía en realidad es que las personas casadas parecían más sanas a causa de la selección natural.
Es decir, las personas menos sanas tienen menos probabilidades de contraer matrimonio que las personas más sanas. En 1898, el matemático Barend Turksma lo expresó así:
Las personas que tienen menos vitalidad, las que apenas son capaces de valerse por sí mismas, casi están obligadas a pasar por la vida solteras.
Esta batalla de ideas duró hasta 1960, hasta que apareció toda una serie de artículos muy reveladores. El más importante de ellos se publicó en el Lancet, un boletín médico británico, bajo el título de “La mortalidad de los viudos.”
Apoyándose de nuevo en los datos de la Oficina de Registro General, se analizaba el índice de 4.486 viudos a lo largo de 5 años transcurridos a partir del fallecimiento de sus esposas. Los autores concluyeron que el riesgo de fallecimiento de esos hombres aumentaba un 40 % en los primeros 6 meses después del fallecimiento de la esposa, y luego se estabilizaba.
Bien, tal vez ello no signifique que haya relación entre longevidad y matrimonio sino que, sencillamente, la muerte del cónyuge produjo efectos en el hombre. Tal vez ambos cónyuges estuvieran expuestos a factores que aumentaban sus probabilidades de morir, como las toxinas del entorno o un autobús circulando a demasiada velocidad, que mató a ella pero sólo hirió mortalmente a él.
Pero cabía la posibilidad de que William Farr tuviera razón y que existiera una verdadera relación causal entre matrimonio y salud. Tal vez había algo más allá del efecto “morir de pena” del marido cuando la mujer falleció debido a toda una serie.
Sin pretenderlo, los autores del artículo de Lancet arrojaron una idea interesante: “la alimentación de los viudos es susceptible que empeorar cuando ya no tienen una esposa que los cuide.”
Bucearemos profundamente en esta afirmación a la luz de modernas investigaciones en la tercera y última entrega de esta serie de artículos sobre los beneficios del matrimonio.
Vía | ‘Conectados’ de Nicholas A. Christiakis y James H. Fowler