Cuesta imaginar algo o alguien viviendo a 6700 metros de altitud, pero más cuesta si lo que sobrevive a esa altitud en la que apenas hay oxígeno y las temperaturas calan hasta el tuétano, es una araña.
Descubierta en 1924 en el monte Everest, la araña saltarina del Himalaya (Euophrys omnisuperstes) o "la que está por encima de todo" haita bajo piedras heladas del suelo. Esto hace que probablemente sea el depredador que habita permanentemente a más altitud de la Tierra.
La araña saltarina del Himalaya fue descrita por primera vez en 1975, y se cree que se alimenta de insectos que alcanzan esas altitudes tan exageradas debido a las corrientes del viento.
Eso implica una capacidad extraordinaria de resistencia tanto a las bajas temperaturas como a la baja presión atmosférica. Además, puede aguantar mucho tiempo sin ingerir alimentos.
Las arañas saltadoras son conocidas por su curiosidad. Si se aproxima una mano humana, en lugar de huir a un lugar seguro como la mayoría de las arañas, saltan y giran para hacer frente a la mano. También disponen de unas estructuras especializadas para adherirse a las superficies lisas, llamadas escópulas, que constan de un cojín de pelillos, cada uno terminado en ventosa, que sirven para escalar prácticamente cualquier terreno.
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