Ya de por sí, los caracoles en general son criaturas ciertamente extrañas. Pero en el caso del caracol de pie escamoso (Crysomallon squamiferum), un gasterópodo descubierto en 2003, a todo eso le debemos sumar otra cualidad, casi de superhéroe: emplea el sulfuro de hierro para formar un blindaje metálico.
La concha, principalmente, contiene pirita, también conocida como el «oro de los tontos» y greigita. Debido a que la greigita es magnética, este caracol puede levantarse con un imán.
Blindaje muy resistente
Esto le permite tener uno de los caparazones más resistentes de la naturaleza, aunque no lo usa fundamentalmente para defenderse de los depredadores, sino para soportar la presión del agua: suele vivir a una profundidad de 2.400 metros. Es decir, que estamos ante un auténtico submarino en forma de caracol, la mascota ideal para el capitán Nemo.
Este extraordinario caparazón ha sido concienzudamente estudiado por algunos investigadores, que han llegado a usar una máquina con punta de diamante para descubrir cómo la capa externa está diseñada para agrietarse de modo que se absorba lo máximo posible la energía mecánica, esto es, que se generan agrietamientos diminutos en forma de abanico, evitando la formación de grietas mayores.
Lo que recuerda a la forma en que actualmente se rompen las lunas de los coches cuando son alcanzadas por una piedra: se agrietan pero no se hacen añicos (a no ser que la piedra sea muy grande).
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