A pesar de tener colores tan llamativos asociados con la alegría y el jolgorio, este vistoso caracol en realidad está enfermo, manipulado, parasitado. Es un zombi.
Los colores los provoca Leucochloridium paradoxum, un parásito que usa de huésped a estos moluscos para que les lleven a su verdadero objetivo: los pájaros. Los caracoles solo son su transporte para alcanzar las copas de los árboles y llamar la atención de tordos y mirlos, en cuyo recto pondrán larvas que se expulsarán en sus heces para volver a infectar a otros caracoles. Y así ad infinitum.
Zombificación
El siguiente vídeo de National Geographic explica el proceso con más detalle.
El caracol, bajo el control del L. paradoxum, se suicida y acaba muriendo por los picotazos (si bien algunas veces pueden sobrevivir y recuperar ciertas capacidades). El parásito, por el contrario, se acomoda en su nuevo hogar, en los intestinos del ave.
L. paradoxum se encuentra en áreas húmedas como los bosques de América del Norte y Europa donde se encuentran sus anfitriones definitivos e intermedios como los caracoles del género Succinea y varios pájaros (cuervos, arrendajos, gorriones y pinzones).
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