Este descubrimiento alegrará a muchos adictos al sofá o a los vagos más recalcitrantes: imaginar que entrenas alguna parte de cuerpo puede ser casi tan eficaz como entrenarla de verdad. Es decir, podéis tumbaros a la bartola, poneros a pensar que ejecutáis una tarea motora concreta, y zas, todo el tiempo invertido mejorará la ejecución posterior y real de tal tarea motora.
Así de poderosa es la imaginación (aunque todavía no sirve como excusa no acudir al trabajo porque el trabajo lo haréis mentalmente desde la cama).
Para demostrar este extraño fenómeno, se pidió a un grupo de voluntarios que ejercitaran el músculo que controla el dedo meñique (el músculo hipotenar) durante un plazo de 4 semanas en 5 sesiones semanales.
Los integrantes de otro grupo sólo imaginaban que hacían esas contracciones, también en cinco sesiones a la semana. Un tercer grupo, el de control, no realizaba entrenamiento alguno. Al cabo de cinco semanas, la fuerza promedio que podía hacer el dedo meñique había aumentado un 30 % en el grupo de entrenamiento real y un 22 % en el de entrenamiento imaginario. En el grupo de control el cambio fue un insignificante 2,3 %.
Esto es posible porque el cerebro activa las mismas áreas cuando ejecuta un movimiento que cuando lo imagina. Cuando alguien imagina que entrena su dedo meñique, el cerebro predice qué secuencia concreta de órdenes enviada a los músculos generará el movimiento que quiere ejecutar. Esta predicción se llama “modelo inverso” porque el cerebro debe razonar hacia atrás desde “output” del sistema motor (el dedo que se mueve) hasta su “input” (las órdenes enviadas a los músculos del dedo).
En segundo lugar, el cerebro predice qué movimiento exacto se producirá si envía una determinada secuencia de órdenes a los músculos: el llamado “modelo progresivo”. Es decir, el cerebro razona hacia delante desde el “input” (las órdenes a los músculos) hasta el “output” (los movimientos del dedo).
La predicción derivada del modelo progresivo, qué movimientos del dedo se producirán, debe corresponder al punto de partido del modelo inverso, qué movimientos quiero hacer. El cerebro puede realizar estas dos predicciones y ajustarlas hasta que encajen una con otra sin que haga ningún movimiento real del dedo. Como consecuencia de esta práctica estrictamente mental, mejorará mi capacidad para realizar los movimientos reales.
¿Y si sólo me imagino que me entreno para ponerme cachas?
Vía | Descubriendo el poder de la mente de Chris Frith