Como asociamos mayor inteligencia a un cerebro de tamaño más grande, muchos escritores de ciencia ficción han imaginado a los seres humanos del futuro (o a los extraterrestres superiores) con cabezas tipo Chupa-Chups.
Pero esta idea colisiona con otras dos. La primera es que muchos biólogos consideran que los seres humanos ya hemos conseguido detener la evolución de nuestra especie: hemos adoptado nuestro entorno a nosotros y los menos adaptados ya no se mueren y son capaces de propagar su ADN.
Pero, aún en el caso de que los seres humanos que no viven en el acomodado mundo occidental y libran una batalla continua que quizá perpetúan las acciones de la evolución darwiniana, o que existan matices epigenéticos aún no descubiertos que mejoran el “cableado” de nuestro cerebro debido a un mundo cada vez más complejo, aún en ese caso, el cerebro no tiene por qué ser más grande.
De hecho, podría estar encaminado evolutivamente a ser cada vez más pequeño. Por ejemplo, lo cromañones, nuestros antepasados europeos, tenían cuerpos y cerebros que eran entre un 5 y un 10 % mayores que los nuestros. Los animales domesticados también suelen tener cerebros más pequeños que sus parientes salvajes.
La configuración del cerebro parece ser más importante que su tamaño, al menos si hacemos test de CI a las personas con cerebros de distinto tamaño (por ejemplo, hombres y mujeres) o atendemos a la historia fósil de la humanidad..
Tal y como abunda en ello Marcus Chown en su libro El universo en tu bolsillo:
Contrariamente a las expectativas ya mencionadas, los humanos del futuro probablemente tendrán cerebros que no serán más grandes que los nuestros, sino significativamente menores. Y ni que decir tiene que el hecho de que tengamos realmente un futuro depende de que sepamos solucionar una multitud de problemas globales, muchos de los cuales son responsabilidad directa nuestra.
Imagen | PinkPersimon
Ver todos los comentarios en https://www.xatakaciencia.com
VER 29 Comentarios