Mucho se ha escrito de la existencia de la homosexualidad, la masturbación o el adulterio desde el punto de visto psicológico, biológico y hasta sociológico.
Pero hoy vamos a analizar el asunto desde una nueva perspectiva: la memética, algo así como la genética de la información y la cultura: virus mentales que arraigan en nuestro cerebro y que hacen lo posible por reproducirse en los cerebros que nos rodean.
Empecemos por la homosexualidad. El tabú sobre la homosexualidad o la homofobia ha sido muy intenso durante siglos. Pero de un tiempo a esta parte se está perdiendo progresivamente el rechazo cultural a la homosexualidad. Paradójicamente, este nuevo respeto por la homosexualidad terminará por conseguir lo que antes pretendían los intolerantes: que la homosexualidad tienda a extinguirse.
Sobre la homosexualidad no existe una explicación generalmente aceptada por la biología. Sin embargo, cada vez hay una mayor evidencia que apunta a una predisposición hereditaria. Suponiendo que este fuera el caso, los tabúes homosexuales favorecieron los genes homosexuales, porque socialmente se forzaba a sus portadores a casarse contra su voluntad y a tener hijos.
Susan Blackmore lo explica así en su libro La máquina de los memes:
Esto sugiere una predicción de futuro interesante. A medida que aumenta la transmisión horizontal del tabú debería perder su fuerza y a la larga desaparecer, como es el caso en muchas sociedades. En este caso, las personas homosexuales están libres para mantener relaciones de larga duración con su mismo género, sin verse obligados a procrear. El efecto a corto plazo da como resultado una conducta homosexual mucho más abierta, una aceptación social mayor pero, a largo plazo, el efecto podría conducir a una disminución de genes homosexuales.
Insisto en añadir que esta visión de Blackmore tiene efectos destacables si partimos de la base de que la homosexualidad existe en gran parte por la herencia genética y si, además, los homosexuales no deciden, por ejemplo, reproducirse alquilando un vientre materno o usando alguna otra tecnología futura.
De todas formas, resulta interesante imaginar que los que antes pretendían hacer desaparecer la homosexualidad de la sociedad deberían haber tomado un camino diametralmente opuesto al del rechazo: bastaba con aceptar socialmente la homosexualidad y el tiempo haría el resto. O dicho de otra forma: apagar el fuego dejando que arda consumiendo todo el oxígeno disponible.
Otro día nos centraremos en la masturbación y el adulterio desde el punto de vista memético.
Vía | La máquina de los memes, de Susan Blackmore