Toda clase de criaturas están siendo catalogadas. Son criaturas del abismo, aunque no del abismo que te devuelve la mirada que decía Nietzsche, aunque casi. Los investigadores del Censo Mundial de Vida Marina (una red global que opera en 80 países) han catalogado ya 17.650 especies que habitan en las profundidades abisales, entre los que se encuentran peces, cefalópodos, crustáceos y equinodermos.
Algunos ejemplares se alimentan de restos de petróleo, de sulfuro, de metano y de huesos de ballenas muertas. Son vampiros marinos, mucho más fascinantes que los modelos de H&M soseras de Crepúsculo. Una fauna invisible que habita a profundidades de 5.000 metros y más allá.
El último reporte del censo ha certificado algo que sólo se sospechaba, que la biodiversidad en las profundidades marinas es extraordinaria, alberga todo un mundo por descubrir, que poco a poco va mostrando sus detalles gracias al sonar, a cámaras submarinas de altísima sensibilidad, a robots de control remoto y a otros ingenios que recuerdan a la película Abyss.
A partir de los 200 metros de profundidad la fotosíntesis ya no es posible. A esa profundidad ya se encuentran los llamados 'dumbos'(pulpos con aletas que parecen orejas).
La ‘Neocyema’ es una especie de lamprea naranja localizada por primera vez en la cordillera submarina del Atlántico Medio a algo más de 2 kilómetros de profundidad.
Un pepino de mar transparente y una lombriz devoradora de petróleo viven a 1.000-2.800 metros, al norte del Golfo de México.
Los márgenes continentales es donde se sitúan las zonas de transición entre la comida abundante y la escasez de las aguas oscuras. Esa transición propicia intrigantes adaptaciones y estrategias de supervivencia sorprendentes.
Es lo que detaca Robert S. Carney, de la Universidad de Louisiana, corresponsable del proyecto COMARGE.
Uno de los escenarios más asombrosos por su gran riqueza biológica es tal vez el más inesperado: el limo de los fondos abisales. Vastas llanuras de aspecto monótono y desolado, que sin embargo están repletas de especies desconocidas para la ciencia. En estos falsos desiertos de las profundidades se han cuantificado desde 2003 casi 500 nuevas especies, desde organismos unicelulares hasta grandes calamares.