Al parecer, el llanto infantil, el buaa-buaa decibélico de los bebés es distinto según si el bebé ha nacido en Francia o en Alemania (o presumiblemente en cualquier otro país); aunque la onomatopeya siempre sea la misma: buaa-buaa.
Es lo que se desprende de un reciente estudio de la Universidad de Wurzburg (Alemania). La lengua materna del bebé influye decisivamente en su llanto.
Nuestros resultados demuestran que los fetos empiezan a aprender aspectos de lo que será su lengua materna cuando aún están en el útero”, declaró Kathleen Wermke, directora de la investigación. Y esto ocurre independientemente de que las embarazadas hablen o canten a sus hijos antes de que nazcan.
El feto percibe sonidos en el tercero trimestre de gestación y es capaz de reconocerlos; por ello el recién nacido muestra preferencia por la voz de su madre sobre las otras.
Así pues, un bebé francés o alemán no nacerá hablando por los codos (Hallo, mama… und so wieter) pero casi: si imitan vocales sólo a partir de los tres meses del nacimiento y no antes es porque el aparato de fonación todavía no está desarrollado para articular sonidos (una limitación, empero, que le permite mamar y respirar a la vez sin ahogarse) y el cerebro aún no está listo para empezar a aprender la lengua.
Pero el perfil melódico del llanto sí que queda influenciado por el idioma que el bebé escucha a su alrededor. De este modo, por ejemplo, los bebés alemanes de tres días de edad aumentan la intensidad del llanto progresivamente, a la vez que aumentan también la frecuencia pasando de un tono más grave a otro más agudo hasta alcanzar el clímax al final del llanto
Los franceses, por el contrario, empiezan llorando a todo volumen y con una frecuencia aguda, para reducir después la intensidad y bajar a una frecuencia más grave.
¿Para cuándo melómanos del llanto capaces de registrar con su fino oído una llantata alemana en do menor o una snifonía francesa en clave de Sol? O algo así.
Vía | La Vanguardia