Lo cierto es que sí. Los camaleones cambian de color. Sin embargo, es completamente falso que los camaleones cambien de color para mimetizarse con el entorno tal y como lo hacen los uniformes de camuflaje de los soldados.
Esta idea parte de un persistente mito que se originió en la obra de un escritor griego llamado Antígono de Caristo (240 a. C.). Con diferentes altibajos históricos, tal y como corresponde con algunas modas, el mito desapareció y resurgió en varias ocasiones, hasta la actualidad. Hoy en día prácticamente todo el mundo tiene la idea de un camaleón adoptando el color verde para camuflarse entre el follaje de unos arbustos.
El mito probablemente surgió a raíz del comportamiento del camaleón, que ciertamente sí que puede pasar muy desapercibido. Los camaleones son capaces de permanecer inmóviles durante varias horas, por ejemplo. Y comen bastante poco. Incluso, durante siglos se creyo que vivían del aire.
En realidad, los camaleones cambian de color debido a sus diferentes estados emocionales, y si el color adoptado coincide con el entorno es simple casualidad. Adoptan uno u otro color cuando tienen miedo o cuando disputan una pelea, cuando contemplan a un miembro del sexo opuesto y, en ocasiones, debido a las fluctuaciones de luz o temperatura. Imaginad lo divertido que podría ser un camaleón ciclotímico, en el caso de que existiera.
La piel del camaleón contiene varias capas de células especializadas llamadas cromatóforos, cada una con pigmentos de diferentes colores. Al alterar el equilibrio entre esas capas, la piel refleja distintos tipos de luz que hacen que los camaleones parezcan un arco iris cambiante.
Por cierto, la palabra “camaleón” tiene su origen en dos vocablos griegos que significan “león que se arrastra“. Y la Biblia prohíbe comerlos.
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