Hay dos conejos en Australia: los conejos de tierra y los "peces conejo" (llamados así por su voracidad herbívora y fácil reproducción).
Los conejos en un Australia son el más manido ejemplo de los desastres que las especies invasoras pueden provocar en un ecosistema no adaptado a ellas. Se introdujeron 7 parejas en Australia en el sigo XIX, y se reprodujeron tan rápidamente que casi desertizan por completo la isla. En 1950 se introdujo el virus de la mixomatosis, que en parte ha controlado la plaga. Esta decisión fue arriesgada. Hoy en día las leyes internacionales prohíben la introducción de cualquier tipo de virus en los sistemas naturales, sea con la finalidad que sea.
Los otros conejos, los acuáticos, son voraces herbívoros. Paradójicamente esto puede ayudar a que se salven grandes extensiones de la amenazadísima Gran Barrera de Coral. Efectivamente, mientras que los conejos de tierra resultan dañinos porque terminan con la vegetación, los "peces conejo" resultan beneficiosos porque en los arrecifes el problema es, precisamente, el exceso de vegetación.
Cuando un arrecife de coral es dañado por la actividad humana o el calentamiento del mar, su respuesta es más lenta que la de las algas de crecimiento rápido. Éstas crecen rápido y ocupan todo el espacio disponible, haciendo difícil que se recomponga la integridad del arrecife. Ahora resulta que los investigadores han descubierto un "colonizador" de estas áreas de coral degradado con mucha vegetación: Siganus canaliculatus (el pez conejo). Nunca antes se le había visto en los corales, y sorprendentemente efectúa una labor de recuperación más hábil que cualquiera de las otras especies "típicas" del coral.
Esta especie nunca había llamado mucho la atención de los científicos. Como su pariente terrestre es marrón, inconspicuo, poco llamativo, nada que ver con los famosos y multicolores peces de arrecife (como el pez loro). Por ello se desconocen en gran parte sus hábitos reproductivos y alimenticios, y se abre una gran vía de investigación enfocada a la conservación de los arrecifes.
De nuevo y como cada día, la Naturaleza nos sorprende con nuevas e inesperadas tretas de autocontrol.
Vía | Sience Daily