¿Alguien sabe lo que es un chancho de tropa? ¿pecarí barbiblanco? ¿huangana? ¿cafuche? ¿chacure? ¿pecarí labiado?. En realidad todos estos nombres se refieren al mismo animal (Tayassu pecari). Durante siglos los estudiosos del mundo se enfrentaron al problema de que en cada lugar se llaman las mismas cosas de diferente, y con frecuencia de varios modos distintos en un mismo lugar, o se usaba el mismo nombre para cosas diferentes, etc, etc. Este problema no resultó preocupante durante mucho tiempo, pero con el comienzo del pensamiento científico y las expediciones naturalísticas al Nuevo Mundo (que traían multitud de nuevas especies sin nombre) la cosa tuvo que cambiar.
Carlos Linneo (Carolus Linnaeus, Carl von Linnée, etc) ideó el método que se utiliza actualmente y fundó la rama de la ciencia que se dedica a dar nombre a las cosas: la nomenclatura. También hizo otras cosas interesantes en la vida (es el padre de la taxonomía, obra incluso más ambiciosa que la nomenclatura, y también ideó un método de cultivo de perlas). Pero hoy nos ocupamos de la nomenclatura. Él ideó el uso de dos palabras en latín para definir una especie (la primera indica el género y debe ir en mayúscula, la segunda indica la especie dentro del género y debe ir en minúscula). Antes de esto intentó utilizar una pequeña frase descriptiva en latín, pero aquello multiplicaba en exceso el trabajo, y se redujo a dos palabras. De ahí que muchos nombres científicos tengan esa tendencia tan descriptiva, como Iris planifolia (lirio de hojas planas), Pinguicula grandiflora (gordita -por sus hojas carnosas- de grandes flores), etc.
El nombre científico solamente puede ser uno válido, y se toma como referencia el primer nombre publicado para la especie, tomando como año de partida 1753 (para plantas) y 1758 (para animales), que fue cuando Linneo publicó su magna obra de clasificación y nomenclatura y se estableció por primera vez un criterio claro.
Los nombres científicos se deben escribir en cursiva o ir subrayados (menos usualmente resaltados en negrita). Para evitar confusiones se deben acompañar (por lo menos la primera vez que se citen en un trabajo) por el autor del nombre y el año de publicación: Passer domesticus (Linnaeus, 1758). También es común que cuando se haya "presentado" a la especie de la que vamos a hablar se abrevie en nombre del género, diciendo I. planifolia, P. grandiflora o P. domesticus.