Un grupo de investigadores del Centro de Diabetología Joslin de Boston (Estados Unidos), ha realizado un descubrimiento sobre la distribución de las grasas en una persona, aunque ya se sabía que la obesidad tenía un componente hereditario, lo que no se conocía era que unos genes determinan dónde debe localizarse y distribuirse esta grasa.
Al parecer, los niveles de expresión de estos genes varían dependiendo de si la grasa se localiza en el abdomen o en la parte inferior del cuerpo. Se relaciona la acumulación de grasa en el abdomen con el riesgo de padecer diabetes y enfermedades cardiovasculares, mientras que una acumulación de grasas en las caderas, muslos y nalgas reducen estos riesgos. Si hay que tener grasas, más vale que tengas cuerpo de pera que de manzana, por lo menos tendrás menos posibilidades de sufrir alguna de las patologías mencionadas.
La diferencia es notable entre un tipo de grasa visceral y otra que se acumule bajo la piel, la primera es mucho más perjudicial, ya que es más activa metabólicamente y propicia la elaboración de más sustancias tóxicas para el organismo.
Se elaboró un estudio con ratones, hasta entonces, se creía que las dos clases de grasas provenían de las mismas células, pero tras el estudio se comprobó que los genes involucrados en las grasas eran muy diferentes. A partir de este momento se decidió investigar este hecho en las personas y se constató que esas diferencias en los ratones del experimento, también se daban en los seres humanos.
Tres genes denominados Tbx15, Gpc4 y HoxA5 son los principales implicados, dependiendo de sus niveles de expresión se determinaba si la persona era obesa y cómo se distribuían sus grasas. Según los investigadores, “Vimos cómo las personas obesas no tenían casi ningún nivel de uno de estos genes en sus tejidos grasos viscerales, mientras que aquellas que no tenían sobrepeso tenían niveles muy altos del gen. Observamos una correlación directa entre los niveles de expresión de estos genes y el índice de masa corporal de la persona”.
Los genes que hemos mencionado se encuentran presentes en el embrión humano e intervienen en el desarrollo del organismo, por esta razón se baraja la hipótesis, en un futuro aún lejano, de predecir si un recién nacido tendrá cuerpo de pera o de manzana en el caso de sufrir obesidad. Aunque actualmente, en realidad no se sabe si esta diferencia en los genes es una causa o una consecuencia de la obesidad.
También hay que tener en cuenta que estos genes pueden ser modificados gracias a una vida saludable y una dieta equilibrada.
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