A pesar de su aspecto vagamente extraterrestre (versión fea), esta rata topo desnuda (Heterocephalus glaber) vive entre nosotros (fue descubierta en el este de África en 1842) y está fascinando a los científicos por su particular ADN.
Y es que esta criatura vive una media de 23 años (cuando la media en los otros roedores es de 8 años) y, además, no muestra síntomas de envejecimiento, poniendo en solfa algunas leyes de la biología: sus células no tienen síntomas del llamado estrés oxidativo, vinculado al proceso de envejecimiento y a enfermedades como la aterosclerosis y el alzhéimer. Por no desarrollar, no desarrolla ni siquiera tumores, aunque se traten de provocar en el laboratorio. Podría decirse, pues, que la rata topo “muere joven”.
Probablemente, las mutaciones que han originado estas extrañas características se deben al medio en el que debe subsistir esta rata: un mundo subterráneo en el que apenas hay oxígeno, lo que también ha propiciado que este roedor sea capaz de soportar hasta media hora de hipoxia sin sufrir daños.
Su genoma, publicado a finales del año pasado por un equipo de investigadores de tres continentes, tiene una serie de características que les diferencias de las de otros roedores: por ejemplo, hay genes que parecen hacer que las células madre del animal permanezcan más tiempo en los tejidos que en otros animales; y tienen 96 “familias” de genes únicas de su especie.
Si residís en España y os apetece echar un vistazo a estas criaturas que quizá nos permitan algún día entender las causas del cáncer y hasta de la solución para curarlo, la única colonia española que existe se encuentra en el parque Faunia de Madrid.
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