Aunque existen grandes resistencias hacia los alimentos modificados genéticamente hay otros cultivos que se están desarrollan de forma mas discreta y con menos oposición. Un ejemplo de estos últimos es el algodón utilizado para tejidos. Desde los años noventa se viene cultivando en diversos países algodón modificado genéticamente para hacerlo resistente a las larvas de ciertas polillas que se alimentan del mismo. Actualmente, alrededor del 35% de la producción mundial de algodón procede de variedades manipuladas genéticamente.
Sin embargo, las posibles ventajas de esta clase de algodón están siendo eliminadas por la aparición de nuevos parásitos. Al menos en las plantaciones de China.Y es que como decían en Parque Jurasico “La vida siempre encuentra un camino” y existe una gran ventaja evolutiva si consigues alimentarte de plantas muy extendidas pero que nadie puede comer.
Inicialmente la utilización de pesticidas se redujo en un 70% por ciento pero las nuevas plagas están devolviendo el cultivo a la situación inicial. Algunos campos han tenido que ser fumigados hasta 20 veces para intentar controlar su avance. Sin embargo, los defensores de esta técnica insisten en que la situación es mejor con estos cultivos que con los naturales. Simplemente, los problemas cambian y es necesario adaptarse a ellos.
Actualmente se están analizando posibles soluciones. Desde predadores naturales a la utilización masiva de fungicidas pasando por nuevas modificaciones genéticas a las plantas. La única parte positiva es que, de momento, las larvas que eran la amenaza original no han desarrollado resistencias que les permitan alimentarse de las plantas de algodón. Tengo la impresión de que nos guste o no, nada para impedir que nuestras camisetas acaben siendo de algodón transgénico.
Vía | New Scientist Más información | Eurekalert