Debido al olfato, las aves marinas identifican el cada vez más ubicuo plástico de los océanos como comida, lo que finalmente tiene una consecuencia letal para su organismo, pues acaban alimentándose de ese plástico.
Concretamente, los desechos plásticos marinos emiten el olor de un compuesto sulfuroso, y ello es lo que han confiado siempre las aves para encontrar su comida, tal y como concluye un reciente estudio de la Universidad de California en Davis que ha sido publicado en la revista Science Advances.
Con todo, no todas las aves se guían tanto por el olfato, de modo que las hay más afectadas que otras por el plástico. El caso del albatros, que puede planear durante 6 días sin batir las alas y que tiene un agudo sentido del olfato, junto a las aves marinas tubenosadas, es el más dramático.
polietileno de alta densidad, polietileno de baja densidad y polipropileno, los tres desechos plásticos más frecuentes, fueron los tres tipos que se usaron en el estudio mencioanado para estudiar cómo las aves acudían a él. Utilizando el analizador químico, el equipo confirmó que el plástico hedía al compuesto de azufre sulfuro de dimetilo, o DMS, una señal química liberada por las algas, que cubre el plástico flotante.
El estudio observó que las aves marinas que rastrean el olor de DMS para encontrar presas tienen casi seis veces más probabilidades de comer plásticos que las que no lo hacen, lo que también podría abrir la posibilidad a nuevas estrategias que aborden el problema del plástico del océano, que no sólo afecta a las aves marinas, sino también a los peces, las tortugas marinas y otras especies marinas.
Imagen | morpholux
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