Suele ocurrir que, tras una ingesta elevada de alcohol, experimentamos hambre. Y, para explicar esta correlación, hay multitud de leyendas urbanas: necesitamos grasa para metabolizar el alcohol, necesitamos comida para compensar tanto líquido, etc.
Sin embargo, sentir tanta hambre tras beber una sustancia con tantas calorías nada tiene que ver con esto: de hecho, la lógica impondría que no sintiéramos hambre, como sucede con otra bebida con muchas calorías, como la leche.
Al menos, en ratones
El secreto de sentir tanta hambre tras el alcohol estriba en a proteína r-agouti (AgRP por sus siglas en inglés), un neuropéptido que tiene su origen en el hipotálamo y que resulta muy importnte en la gestión del apetito y el gasto energético.
Es, al menos, lo que ha descubierto un equipo de investigadores del Instituto Francis Crick en ratones. Con todo, los humanos tenemos el mismo sistema para controlar el apetito, así que es probable que el efecto muy similar.
El estudio ha sido publicado en Nature.
Imagen | ambernambrose
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