-El alce emplea el mismo truco que los animales de la Edad de Hielo para sobrevivir: ser muy grande. Al habitar en las latitudes más altas del hemisferio norte, el alce tiene la obligación de ser muy grande (una proporción baja entre superficie, área y volumen ayuda a evitar la pérdida de calor). Por eso había tantos animales gigantescos en la Edad de Hielo. El alce ama tanto el frío, pues, que a temperaturas por encima de los -5 grados tiene dificultades para respirar, por eso se ve obligado a tumbarse en la nieve para refrescarse.
-Las astas de los alces son casi un animal aparte. Estas cornamentas superan los 20 kilos de peso y son tan anchas que podrían albergar una hamaca para un niño. Además, las astas de alce forman el tejido animal de crecimiento más rápido: 2,5 centímetros al día. ¿Os lo imagináis? Por si fuera poco, las astas son muy sensibles: el alce puede sentir si una mosca se ha posado en ellas.
-Los alces son un gran problema para los coches que circulan cerca de sus hábitats. Por ejemplo, los fabricantes de coches escandinavos prueban los nuevos modelos de coche con un muñeco de un alce, como si fuera un Crash Test Dummies. En Historias de un gran país, Bill Bryson describe de esta divertida manera el problema de la colisión con los alces:
Dios sabe qué le encuentran a disparar a un animal tan pacífico e inofensivo como el alce. Y, sin embargo, millares de cazadores se pirran por ello. (...) Los cazadores os dirán que el alce es una bestia de los bosques salvaje y feroz. En realidad, el alce no es sino una vaca dibujada por un niño de tres años, y no hay más. Sin la menor duda, el alce es el animal más torpe y conmovedor que habita los bosques. Es un animal muy grande (tan grande como un caballo), pero su desgarbo resulta casi magnífico. Cuando un alce echa a correr, se diría que sus patas no guardan conexión entre sí. Hay otros animales cuya aguzada cornamenta ofrece un aspecto espectacular y conmina al respeto de sus adversarios. El alce tiene unos cuernos que parecen guantes de cocina.
Sobre todo, el rasgo principal del alce es su incomensurable falta de inteligencia. Si alguna vez conduces por la carretera y un alce surge del bosque y se planta en mitad de tu camino, lo que hará será mirarte con pasmo durante un largo minuto, antes de dar media vuelta y salir al trote carretera abajo, moviéndose con toda la torpeza del mundo. No importa que a ambos lados de la carretera se extiendan 10.000 millas de bosque denso y seguro. Sin tener idea de lo que hace ni de cuanto sucede a su alrededor, el alce se empecina en marchar carretera abajo, como si le fuera urgente llegar a New Brunswick, hasta que su descoyuntado trote le devuelve inadvertidamente al bosque, donde se detiene de inmediato con gesto perplejo, como si se preguntara: “¡Un bosque! ¿Y cómo demonios he venido a parar aquí?
El alce es tan monumentalmente memo que, muchas veces, cuando oye el sonido de un coche o camión, sale del bosque para plantarse en la carretera, con la curiosa convicción de que así estará más seguro. En
Nueva Inglaterra, cada año mueren atropellados en torno a un millar de alces.”
-Los alces necesitan mucho sodio para sobrevivir. Por eso es difícil mantener un alce en cautividad: tienden a morir rápidamente porque es difícil conseguir alimentación comercial que imite el equilibrio nutricional que precisa. La necesidad de sal explica también por qué lamen rocas durante el verano.
Vía | Historias de un gran pais de Bill Bryson