El animal norteamericano más conocido probablemente sea el mapache. Tiene aspecto de ladrón de bancos, con su “máscara” negra sobre los ojos y una cola poblada con unos anillos negros (entre 4 y 10).
Los mapaches también son muy conocidos por su habilidad a la hora de colarse en las casas. Y es que tienen 5 dedos en cada pie, y las pezuñas delanteras cuentan con pulgares que les permiten levantar picaportes, abrir tarros, deshacer nudos, girar pomos de puerta y abrir neveras. Lo cual no hace más que acentuar su aureola de ladrones de guante blanco. Si Lupin fuera un animal, sería mapache.
Los mapaches también son víctimas de las dietas humanas desequilibradas. Es decir, que en el campo pueden llegar a vivir hasta 16 años. Pero un mapache neoyorquino, por ejemplo, se vuelve tan adicto a las patatas fritas y a los donuts que su esperanza de vida se reduce, y además luego son incapaces de sobrevivir en estado salvaje.
Y es que los mapaches pueden llegar a ser muy gordos. En algunos casos, el 50 % de su masa corporal es grasa. El mapache más gordo que se conoce se llamaba Bandit. Vivía junto a una heladería de Pensilvania y le encantaba la mantequilla de cacahuete y el granizado de arándanos.
Los excrementos de mapache son desmenuzables y cilíndricos, y tienen los extremos planos. Es mejor ni acercarse a ellos, porque pueden contener hasta 250.000 huevos de Baylisacaris procyonis, un nematodo que puede provocar una enfermedad grave en los humanos. Si ingerimos estos huevos, las larvas pueden migrar a otros tejidos, incluyendo el cerebro y los ojos. No existe terapia eficaz.
El pene de los mapache tienen huesos (un amuleto popular entre los habitantes de Texas, muy raritos ellos).
Luego está el misterio de que los mapaches parece que laven la comida antes de comérsela. Al principio se creía que lo que hacían era mojar los alimentos porque no producían suficiente saliva para tragar alimentos secos. Pero la verdadera razón es otra:
Moja la comida con agua, pero parece que lo hace para seleccionar lo que es comestible y no demasiado duro de digerir. Si no dispone de agua, realiza de todos modos el gesto de “mojar” la comida y no muestra ningún inconveniente en ingerir alimentos sucios.
Vía | El pequeño gran libro de la ignorancia (animal) de John Lloyd