Aunque es común que oígamos hablar de serpientes venenosas, insectos con aguijones, y otra serie de animales ponzoñosos, el hecho de encontrar referencias a mamíferos venenosos es muy poco habitual. Este hecho es debido a que existen poquísimas especies de mamíferos que presenten veneno, y éste es de una naturaleza diferente al que encontramos en otros grupos animales (dado que es una convergencia evolutiva). Estos casos son el ornitorrinco y algunas especies del grupo de las musarañas.
Quizá el caso más célebre sea el del ornitorrinco. Este animal (y solamente el macho) presenta un aguijón venenoso en sus patas posteriores. Utiliza este espolón en legítima defensa o para la protección del territorio. ¿Por qué tienen veneno los machos y no las hembras? Es todavía una incógnita para la ciencia, aunque puede ser debido a que la información necesaria para la formación de este espolón (o parte de esa información, por lo menos) esté codificada o su expresión dependa de algún modo por el cromosoma Y. De ese modo solo los machos poseen la información genética suficiente para desarrollarlo.
El otro caso es el de algunas musarañas, musgaños, y el llamado solenodonte. El mecanismo venenoso de estas especies es completamente diferente al del ornitorrinco. En este caso es la saliva la que desarrolla sustancias tóxicas, y se transmite por la mordedura. Esta adaptación parece ser que comenzó como enzimas pre-digestivas en la saliva que poco a poco pudieron desarrollar algún tipo de mecanismo paralizante en las víctimas de estos animales (que son insectívoros).
De estos animales es el solenodonte el que más lejos ha llevado esta curiosa adaptación, desarrollando un mecanismo muy similar al de las culebras, con unos pequeños canalillos en sus incisivos inferiores que facilitan en gran medida la inoculación del veneno.