Esta es, al menos, la conclusión a la que ha llegado un estudio de la organización SCAR (Scientific Committee for Antarctic Research). Las evidencias empíricas del descenso de la temperatura en la Antártida durante las pasadas décadas han sido utilizadas como argumento negacionista contra el cambio climático. Sin embargo, estos descensos se debían al agujero en la capa de ozono.
La radiación extra que se 'colaba' por este agujero tenía un efecto muy significativo sobre las corrientes de aire en esta zona del planeta, que quedaba 'blindada' frente al calentamiento sufrido por el resto de la Tierra. En los últimos años, sin embargo, el agujero de la capa de ozono está experimentando una importante regeneración, ya que los agentes causantes (los CFCs o clorofluorocarburos) ya han sido prohibidos en todo el globo. Debido a esto, ahora la Antártida está tan expuesta al cambio climático como el resto del planeta, y se espera un aumento promedio de temperatura de 3 ºC en las próximas décadas, con un efecto colateral de importantes deshielos, como ha sucedido hace poco llegando a amenazar Nueva Zelanda.
Resulta una cruel ironía que el mayor éxito medioambiental del siglo XX (la prohibición de los CFCs y la recuperación de la capa de ozono) también aporte su granito de arena a la mayor catástrofe medioambiental del siglo XXI.
Vía | The Guardian En Genciencia | Recuperación del ozono podría cambiar el clima en el Hemisferio sur