Siempre he tenido la convicción de que los chistes no hacen tanta gracia por su contenido como por la forma en que se explican. De hecho, leer chistes no me hace ninguna gracia. Tal vez es que generalmente los chistes son muy malos.
Pero ¿y un ordenador? Un chiste no deja de ser una fórmula para provocar hilaridad. Y a los ordenadores se les da bien operar con fórmulas. ¿Un ordenador conseguiría pulsar los resortes de la risa más intensa simplemente afinando las fórmulas de la risa hasta límites para los que el cerebro humano no está capacitado? ¿Desbancará algún día Robocop o Hal9000 a Chiquito de la Calzada?
Por el momento, no creo que sea así, al menos si echamos un vistazo a un chiste creado por un ordenador. Es lo que Graham Ritchie y Kim Binsted consiguieron al diseñar un programa capaz de producir chistes: JAPE, diseñado para generar preguntas y respuestas.
La mayoría de las chanzas de ordenador no tenían demasiada gracia, a excepción de uno (que tampoco era para echar cohetes):
Qué tipo de criminal tiene fibra? Un asesino cereal.
Es decir, que el ordenador recurrió a una de las fórmulas más básicas del humor: el simple retruécano. Lo que también evidencia que a los ordenadores les queda mucho trabajo por delante si algún día pretenden hacernos reír a carcajadas.
El humor computacional es un área relativamente nueva: la primera conferencia sobre el tema fue organizada en 1996. Sin embargo, el primer “modelo computacional del sentido del humor” fue sugerido por Suslov ya en 1992.
Desde entonces, el enfoque ha sido mejorado, y el último informe, con fecha de 2007, describe el generador de bromas STANDUP, implementado en lenguaje de programación Java. Craig McDonough creó el Mnemonic Sentence Generator, que convierte las contraseñas en frases humorísticas, basándose en la teoría de la incongruencia del humor, que se sugiere que sentencias sin sentido pero divertidas son más fáciles de recordar.
Vía | Rarología de Richard Wiseman